En octubre de 1983, un peluquero expulsado de Canadá tuvo el primer caso oficial de infección por VIH en Portugal. El virus ha estado aquí desde 1979. Los médicos cuentan más sobre la historia del SIDA que los infectados. La enfermedad se ha vuelto crónica, pero el estigma silencia a la mayoría, en un país donde la tasa de nuevas infecciones es mucho mayor que la de la Unión Europea.
No hay nombre, fotografía ni siquiera fecha de hospitalización. Archivos y memorias clínicas volcados, y de esta historia de 40 años sólo queda el mes, el año y los secretos que se susurraban en los pasillos del Hospital Cari Cabral, en Lisboa, cuando surgió el primer caso oficial en octubre. 1983. Allí se aceptó el VIH en Portugal. Era un joven portugués, gay, peluquero de profesión. Vivió en Canadá hasta que un resultado positivo de la prueba obligó a su repatriación forzosa. Fueron necesarios tres años para que se descubriera el sida en Estados Unidos, acumulándose estigma y miedo, y confusión entre homosexualidad y muerte segura.
Como allí, aquí también. Su ingreso al hospital fue difícil, como si de repente en el hospital tuvieran una granada en la mano y nadie supiera dónde caería sin causarle heridas. «Debo verlo. Lo colocaron, un poco en secreto, en el pabellón G. Había un miedo irracional, especialmente porque tenía sarcoma de Kaposi. [cancro] “Se extiende hasta la cara y las extremidades”, recuerda el médico João Machado, entonces un joven aprendiz.
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