Atención al efecto del cóctel | hora de la ciencia

La capacidad (y la compulsión) de la humanidad para organizar eventos con la participación simultánea de muchas personas es notable, desde reuniones en bares hasta grandes manifestaciones masivas. En estas situaciones, el mayor reto es centrar la atención en lo que es prioritario para cada uno, porque sin esta escala, el entorno multipersona no sería más que un mapa de bits o un ruido caótico. Para solucionar este problema, el cerebro dispone de regiones que son capaces de centrar la atención en un aspecto del campo visual, o en un grupo de sonidos de especial interés.

Las regiones atencionales del cerebro nos permiten proyectar la imagen de la persona de interés a la multitud y seguirlo con nuestros ojos, siguiendo sus pasos y acciones. Así mismo, somos capaces de escuchar una banda de jazz y solo preocuparnos por el bajo, por ejemplo, y dejar el grupo en un segundo plano. Para hacernos la vida más fácil, los compositores dan predominio aquí y allá a un instrumento u otro, y los cineastas crean características visuales sobresalientes para sus personajes principales.

La pregunta adquiere importancia para comprender lo que se dice al respecto. Tenemos que centrar la atención en alguien para captar lo que alguien está diciendo en un entorno donde hay mucha gente habladora. Esto es lo que los psicolingüistas llaman el «efecto cóctel», traducido vagamente como «efecto cóctel». No siempre lo conseguimos, por eso cada sociedad marca unas reglas de convivencia de las que todos deben hablar simultáneamente. Los niños deben (deben…) aprender esto en casa y en la escuela: La comprensión de los argumentos depende del momento en que habla cada uno. El elemento básico de la convivencia democrática.

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Pero como esto no siempre sucede, ¿cómo hace el cerebro esta hazaña de aislar la voz de aquellos interesados ​​en entender lo que está diciendo? ¿Es un fenómeno auditivo que hidrata el océano para enfatizar la importancia del habla? ¿Somos sordos a lo que no es importante? ¿O es un fenómeno cognitivo, con el borrado selectivo de las categorías de fonemas que constituyen los significados?

La pregunta fue formulada recientemente por tres investigadores de Irlanda y Estados Unidos. La experiencia fue brillante. Reclutaron voluntarios para escuchar dos voces grabadas que contaban extractos de historias de Sherlock Holmes, emitidas a derecha e izquierda al mismo tiempo por una voz femenina y otra masculina. Los voluntarios eligieron uno de ellos para asimilar el contenido y luego respondieron preguntas simples para verificar si entendieron el contenido de la historia elegida. Los investigadores monitorearon la actividad cerebral usando un electroencefalograma.

Los resultados del trabajo revelaron que el foco de atención es lingüístico, no auditivo. Esto quiere decir que los voluntarios solo entendieron la anécdota elegida, pero la escucharon bien. El electroencefalograma mostró que las áreas auditivas del cerebro se activan de la misma manera para el sonido prioritario y el secundario. Sin embargo, solo el sonido prioritario pasa por el procesamiento neuronal de nivel superior: el que permite comprender el contenido semántico de lo que se escucha. Por lo tanto, la atención selectiva se enfoca en la percepción más que en la cognición.

Escuchamos el repiqueteo de voces hablando en las reuniones a las que asistimos. Es importante saber que estamos en una fiesta ruidosa y evaluar si nos vamos o disfrutamos del caos. Pero para poder hablar con alguien y así fortalecer nuestros lazos sociales, debemos al mismo tiempo separarnos del fondo y centrar nuestra atención en la voz de elección. El cerebro continúa escuchando los sonidos a su alrededor, pero solo entiende los sonidos que le importan. El entendimiento es lo que se vuelve selectivo y no oye.

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Aparte del cerebro, es puramente suave y falta en muchos entornos. Algo que forma parte de las habilidades sociales y emocionales que debemos enseñar a los niños, para que todos tengan el mismo derecho a expresarse en el bullicio de las conversaciones.

Rocío Volante

"Apasionado aficionado a los viajes. Aficionado a la música. Organizador profesional. Defensor independiente de las redes sociales. Evangelista de la cerveza".

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