Caminar de funeral en funeral para saciar el hambre

El hambre y el desempleo convierten a algunos luandeses en «cazadores de la muerte», cuyo trabajo es estar en la entrada de los cementerios y seguir a los familiares de los difuntos hasta el lugar de residencia donde se realizan las ceremonias para alimentarse allí.

Guilherme Augusto Dias es uno de esos casos. Lleva tres meses «buscando la muerte» en la capital angoleña, una estrategia que consiste en asistir al funeral de un desconocido y luego comer de la comida que ofrece la familia.

El desempleado de 40 años explica que la intención también es dar un poco de consuelo a quienes han perdido seres queridos, que es «morir y compartir».

En Angola, es práctica tradicional, después del funeral, que la familia del difunto ofrezca una comida en su honor, que suele consistir en «fung» (gachas de harina de maíz o mandioca) y granos de aceite de palma y donde todos, desde vecinos hasta familiares y amigos o incluso extraños pueden asistir.

Cientos de personas acuden diariamente al cementerio de Luanda, algunos para honrar a los muertos o enterrar a un familiar, otros para encontrar una manera de calmar el estómago vacío.

Famosos «cazadores de la muerte» dicen que este mecanismo es un refugio para saciar el hambre y superar las dificultades que atraviesan a diario para mantenerse, una práctica que muchos han practicado durante meses.

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Ovidio Paula

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