La adicción al tabaquismo tiene repercusiones clínicas, sociales, económicas e incluso psicológicas que afectan la vida de los fumadores y de quienes les rodean. Todas las posibilidades son buenas para dejar de fumar.
Las ocasiones pueden ser diferentes. Un cumpleaños o el nacimiento de un hijo o un nieto … A menudo, cuando estamos enfermos, no tenemos ganas de fumar. Esto surge en situaciones agudas como una simple gripe o la necesidad de hospitalización electiva para una cirugía programada.
Este es el momento de tomar la decisión de dejar de fumar. Al ingresar, la persona está rodeada de profesionales de la salud que reconocen los síntomas de la privación y pueden ayudar. Muchas admisiones estatales tienen protocolos para fumadores. En otros casos, las expectativas del paciente pueden orientarse hacia una consulta con un especialista después del alta hospitalaria. Pero el arresto es un momento decisivo en la vida de una persona y un momento para pensar en nuestra salud.
La principal complicación del abandono repentino del hábito de fumar es la aparición de síntomas de abstinencia inespecíficos. Los síntomas como ansiedad, irritabilidad o agitación, cambios en el apetito, síntomas depresivos y disartria pueden representar riesgos para el paciente o extender la duración de la estadía en el hospital.
Un enfoque hospitalario puede ser simplemente para prevenir y tratar la abstinencia o para iniciar, en un fumador ávido, un programa para dejar de fumar. En el primer caso, es habitual sugerir al paciente una terapia sustitutiva con el uso de parches de liberación de nicotina de acción prolongada para prevenir el síndrome de abstinencia. Si el cliente está siendo tratado de forma ambulatoria por dejar de fumar, esto debe continuar durante la estadía en el hospital. El tratamiento para el síndrome de abstinencia también puede incluir tratamiento con ansiolíticos y antidepresivos.
En 2017, más de 13.000 personas murieron en Portugal por enfermedades atribuidas al tabaco, la gran mayoría de las cuales eran hombres. Una de cada cuatro muertes entre personas de 50 a 60 años está relacionada con el tabaco. El tabaco en Portugal contribuye a aproximadamente el 20% de las muertes por cáncer, el 28,1% de las muertes por enfermedades respiratorias crónicas y el 8,7% de las muertes por enfermedades cardiovasculares. El veinte por ciento de la población portuguesa fuma de forma intermitente y el 16,8 por ciento fuma de forma intermitente todos los días.
Es hora de cambiar esta realidad.
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