Médico, epidemiólogo y escritor científico. Tim Spector Sostiene que un microbioma intestinal fuerte puede aportar importantes beneficios al cuerpo, incluidos niveles más bajos de inflamación. En un microbioma intestinal sano, diferentes tipos de microorganismos se apoyan entre sí, ayudando a la digestión y evitando que las bacterias que causan enfermedades se «peguen» a las paredes intestinales.
Es más, las investigaciones sugieren que un intestino sano no sólo beneficia al estómago, sino que también puede combatir las alergias, la inflamación, el envejecimiento e incluso el cáncer.
Para el profesor, comer prebióticos y probióticos es un hábito crucial para cualquiera que quiera desarrollar un microbioma fuerte. Sin embargo, reconoce que muchas personas aún no saben diferenciar entre estos dos alimentos.
«Para dejar las cosas claras, me gusta pensar en el microbioma intestinal como un jardín. Un microbioma intestinal sano y diverso es aquel que contiene muchos tipos diferentes de plantas o microbios. Los prebióticos son como fertilizantes para el microbioma intestinal. Los probióticos son como semillas, » Spector explicó en Instagram.
Como dijo anteriormente la nutricionista Somaya El Aissami, los prebióticos son componentes alimentarios no digeribles, concretamente fibra, que nutren y contribuyen al desarrollo de bacterias beneficiosas, los probióticos.
Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se consumen correctamente, favorecen el equilibrio de la microflora intestinal y mejoran la salud del individuo.
Según la dietista, los prebióticos provienen de una amplia variedad de plantas, incluidas verduras y frutas que contienen fibra. Una vez en el intestino, alimenta a los microbios intestinales y los ayuda a crecer.
«Cuando estos prebióticos se descomponen, liberan ácidos grasos de cadena corta beneficiosos que promueven la salud de varias maneras, incluida la reducción de la inflamación y el apoyo al sistema inmunológico», dijo.
¿No sabes dónde encontrar prebióticos? es fácil. Incluye en tu dieta opciones como ajo, cebolla, puerro, espárragos, manzanas, plátanos, avena, cacao y semillas de lino. «La clave es comer una variedad de alimentos diferentes que contengan prebióticos para garantizar que se proporcionen 'fertilizantes' para los diferentes microbios intestinales», sugirió Spector.
En cuanto a las fuentes de probióticos, el profesor considera cuatro favoritas, llamadas las “4K”, que son: kimchi (plato típico de la cocina oriental a base de vegetales fermentados), kéfir, repollo (chucrut) y kombucha.
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